No contábamos con la escolta de la lluvia, pero como tanta falta hace, la consideramos como una bendición y aceptamos de buen grado su compañía.
Aunque ya hemos estado en Navarra en otras ocasiones, conociendo Pamplona, Roncesvalles, Tafalla, Olite, etc., nos sorprendió de nuevo su belleza. Esta vez, hemos visitado una gran parte del románico navarro y hemos contemplado parte de la peregrinación que por estos lares forma el “Camino de Santiago”. El encuentro con el Castillo de Javier, el Monasterio de Irache, el Monasterio de Leyre, Puente la Reina (punto de unión de las dos rutas del Camino de Santiago, la procedente de Roncesvalles y la de Somport), Sangüesa, Unzue, la iglesia de Santa María de Eunate y otros, bien ha merecido la pena la realización de este viaje.
Al final y con el acompañamiento de la lluvia, regresamos a Madrid. Mi amiga y vecina Gracia me interpela que, aunque llevo razón, sigue manteniendo sus reticencias sobre algunos puntos del viaje. Lógicamente, mantenemos nuestras discrepancias, que el transcurso de la conversación hace mínimas, y quedamos en que serán resueltas, como siempre ha sucedido.